lunes, 25 de marzo de 2013

Elaborado por : Yescenia.

La globalización puede definirse como la fase en que se encuentra el capitalismo a nivel mundial, caracterizada por la eliminación de las fronteras económicas que impiden la libre circulación de bienes servicios y, fundamentalmente, de capitales.
Algunas características de la globalización son: la intensificación de la competencia mundial por los mercados nacionales (macrocompetencia sustentada en la productividad); el aumento en el volumen y valor del comercio mundial de bienes y servicios -particularmente de servicios financieros -; la creciente parcialización del proceso productivo en economías de escala y alcance, principalmente en las zonas económicas especiales; crecientes flujos de migración internacional, la aceleración de los flujos de capitales entre los países del orbe; la revolución de las telecomunicaciones y el avance científico y tecnológico de las economías desarrolladas y las grandes corporaciones transnacionales.
La globalización también implica un aumento de la competitividad internacional en niveles jamás pensados y una reorganización de la producción mundial patrocinada por las empresas multinacionales, lo que representa un nuevo espacio para el imperio del libre mercado y que significa: por una parte, una mejor asignación y el aumento de la eficiencia de la producción; por otra, una pérdida de la autonomía de los Estados nacionales (que no debe ser confundida con la crisis del Estado) y también, la concentración del ingreso entre países más o menos competitivos, y entre ciudadanos de un mismo país, cuando la importación de bienes de alto contenido de mano de obra barata rebaja los salarios de los trabajadores locales.
Desde el punto de vista político estos cambios se caracterizan por tres procesos fundamentales: se tiene en primer lugar la ampliación del número de actores internacionales que van más allá de los Estados. Esto no significa que el Estado desaparezca a corto plazo, pero tiene que convivir con un mundo con el cual se relaciona por varias vías, el mundo de los organismos multilaterales, y de las organizaciones transnacionales, el cual se ha denominado "la sociedad civil internacional", tanto las organizaciones no gubernamentales, como las empresas globales, como el mundo de los actores no legales, el narcotráfico como ejemplo, que como un todo conforman un mundo post-internacional. Por otra parte, la agenda de problemas mundiales se amplía hacia temas no políticos de suyo, pero que se politizan, tal como el comercio o el medio ambiente. En tercer lugar, es necesario mencionar el importante flujo de información internacional y la "cercanía del conocimiento", todo lo cual atenta contra la tradicional manera de tratar los temas diplomáticos y comerciales, como la idea del secreto y del manejo confidencial de las relaciones internacionales, amparado por la visión dicotómica de la política externa separada de la política interna. Como consecuencia de lo anterior, se constata una fuerte contradicción entre flujos de información y conocimiento y el tratamiento de los mismos en un marco de opinión más abierto pero no necesariamente más certero.

El término globalización es utilizado en distintos sentidos e interpretaciones, aunque pueden mencionarse elementos comunes a todas las versiones. La globalización no es un fenómeno nuevo, sino la intensificación de las transacciones transversales que hasta ahora se incluían en la llamada internacionalización. Hay acuerdo en que el núcleo globalizador es tecnológico y económico, abarcando las áreas de finanzas, comercio, producción, servicios e información. Un tercer elemento común a las versiones de la globalización consiste en la convicción de que cualquier intento de desacoplarse de este proceso está condenado al fracaso. Sin embargo, como lo demuestran las experiencias nacionales de apertura exitosa, de ello no se desprende que el Estado deba desvincularse del control sobre la vida económica.

Una versión menos dogmática vincula la globalización al socavamiento del Estado de bienestar que resulta de la competencia en el mercado mundial, con la pérdida de empleos e ingresos y de la seguridad laboral y material, con la nueva pobreza, el aumento de la desigualdad, la inseguridad y la criminalidad, temiéndose una vuelta al capitalismo manchesteriano. La globalización se identifica con la pérdida de poder de los ciudadanos, la dictadura del capital, la desestatización, la despolitización y el retroceso de la democracia.

En síntesis, puede decirse que la perspectiva pesimista ve a la globalización como la causante de la competencia de localización, la desocupación creciente y la incapacidad de la acción estatal para proveer seguridad ante los riesgos sociales.

La versión optimista, que encuentra sobre todo acogida entre los neoliberales, ve en cambio en los procesos de globalización el surgimiento de una nueva era de riqueza y de crecimiento con oportunidades para nuevos actores, para los hasta ahora perdedores y también para los pequeños países. Según esta visión, la globalización de la producción y los mercados mejora las oportunidades de acrecentar las ganancias a nivel mundial, sobre todo en las naciones industrializadas y en algunos de los países en despegue, aunque reconoce que agudiza las luchas distributivas a nivel nacional e internacional

Se sostiene además que el impulso proveniente de los países en desarrollo es cada vez más importante para el crecimiento del comercio, las inversiones y las finanzas. De acuerdo con los datos del Banco Mundial, a mediados de la década del 80 el volumen del comercio exterior de esos países correspondía al 33% de su PBI y a mediados de los 90 representaba el 43%. El flujo de capitales privados hacia los países en desarrollo se cuadruplicó en la primera mitad de la década actual, pasando a constituir el 60% de los flujos de capital neto activo a largo plazo.
La participación de los países en desarrollo en las inversiones directas a nivel mundial aumentó del 23% a mediados de los 80 a más del 40% en 1994. Hay que tomar en cuenta, sin embargo, que de esa evolución participa sólo una docena de países en desarrollo.



Los defensores de la globalización afirman que ella crea oportunidades para un desarrollo social y ecológicamente sostenible, sobre todo para las regiones hasta ahora menos desarrolladas .Por lo que respecta a América Latina, en un estudio reciente sostienen, que el atraso competitivo de la industria latinoamericana puede convertirse en una ventaja: permitiría saltar etapas y entrar en una trayectoria de rápido crecimiento, siempre que la ortodoxia
neoliberal no inhiba la implementación de políticas de fomento adecuadas.

Tanto los pesimistas como los optimistas se preocupan fundamentalmente por las consecuencias del proceso de globalización para los Estados nacionales y la política. La opinión más generalizada es la tesis de la declinación, según la cual la globalización está socavando la soberanía de los Estados nacionales y abriendo paso a una «nueva Edad Media» –tal el título de un best-seller sobre el tema. Algunos autores hablan del surgimiento de una sociedad informática de dos clases: la globalizada de los ‘alfabetizados digitales’ –Reich habla de «analistas simbólicos» (pp. 189 y ss.)– que vive mayoritariamente en los países industrializados, y la clase de quienes no disponen de sistemas de información y comunicación ni de posibilidades de participación, y –puede agregarse– de trabajo. Como consecuencia de la acelerada evolución tecnológica y del rol preponderante que le cabe a la informática y a la comunicación en la era posfordista, el mercado de los servicios de telecomunicaciones se ha convertido en el más dinámico de la actualidad.
La cuestión de las condiciones de posibilidad de la democracia y la viabilidad de las políticas de los Estados nacionales en el mundo globalizado adquiere diferentes facetas:

1. El politólogo norteamericano Benjamin Barber sostiene que el mundo se enfrenta a dos tendencias: el fundamentalismo creciente (dschihad) y la globalización (Coca Cola o McWorld). Mientras que el primero satisface la necesidad de identificación de la gente en la medida en que en una guerra santa cada uno sabe de qué lado está y contra qué lucha, la globalización somete todo a la rigurosidad de las leyes económicas: «La dschihad impone una política nacionalpopulista sangrienta, McWorld una sangrienta economía de lucro». Ambas tendencias son contrarias, pero unidas socavan las posibilidades de la democracia en el mundo. La guerra santa necesita creyentes y McWorld consumidores; ninguno de los dos promueve «ciudadanos». El radicalismo del mercado global y el fundamentalismo, que, sin embargo, coinciden en su negación de la democracia y la cercan en un movimiento de pinzas. En este «mundo nuevo» ya no cuentan las virtudes cívicas ni las demandas políticas y resulta cada vez más difícil deslindar la responsabilidad colectiva de los gobiernos. En una sociedad de estas características los consumidores pueden elegir «entre 16 tipos de pasta dentífrica, 11 camionetas y 7 marcas de zapatos deportivos», pero no puede decidir el carácter y la dirección de la evolución social, configurándose así «una infraestructura por la cual ninguna comunidad se pronunciaría libremente».Los pronósticos de Barber son en general pesimistas, pero a pesar de todo no pierde las esperanzas. En su opinión, el mundo habrá de pasar todavía por varias «guerras tribales» y finalmente «los mercados barrerán con todas las ideologías».
Su análisis concluye preguntándose si acaso no lo harán también con la democracia. Barber presenta la crítica más radical al capitalismo que se conoce desde la caída del socialismo. Este autor es –cosa que puede irritar a muchos un comunitarista de izquierda que se pronuncia por más justicia y que no sueña con una sociedad sin clases, sino con la activa sociedad civil que alababa Tocqueville hace más de 150 años. Algunas de sus consideraciones son cuestionables, sobre todo en lo que se refiere a la equiparación normativa entre el fundamentalismo y la globalización. Más allá de todas las críticas que puedan hacerse a su estado actual, tanto los mercados como las democracias son sistemas abiertos con posibilidades de evolución y capacidad de elaborar constructivamente los conflictos sociales, lo cual resulta más bien dudoso en el caso del fundamentalismo, donde la distensión observable en la actualidad en Irán es un signo positivo, mientras que el avance del terrorismo en Argelia apunta en la dirección contraria.
Podría argumentarse también que la globalización trae efectos positivos como la redistribución mundial del trabajo y del ingreso, dejando también atrás una sociedad petrificada definida por la categoría del trabajo. Barber es demasiado inteligente como para pretender sin más la «superación del capitalismo». Pese a todas sus críticas al capitalismo realmente existente, considera que la economía de mercado es mejor que las otras alternativas, pero subraya que la libertad del mercado no produce de forma automática democracia y critica así los discursos políticos que equiparan los intereses económicos con los ideales democráticos y los valores cívicos con el afán de lucro. Se pronuncia en cambio por el fortalecimiento de una sociedad civil caracterizada por la multiplicidad de acciones, el compromiso público y no estatal, y la acción voluntaria pero no privada.
La revolución de las telecomunicaciones libera de la territorialidad física las vías de intercambio, de modo que el control de un territorio delimitado, que constituía la clave del concepto clásico del poder estatal, ha perdido importancia en favor del acceso a las redes de comunicación. «Ser poderoso significa tener contacto, estar incorporado a la red, de modo que hoy el poder es sinónimo de influencia y no de dominación.» La sociedad organizada en tanto Estado se disuelve en una multitud de individuos que buscan satisfacer sus intereses en una lucha de todos contra todos formando a lo sumo «comunidades de intereses a plazo fijo». El postulado cartesiano «pienso, luego existo» ha cedido paso a un «me comunico, luego existo». Ya no se trata de personas o de ciudadanos, sino de «partículas sociales», el zoon
politikon ha sido reemplazado por el idiotes. No habiendo sociedad de ciudadanos no puede existir tampoco el Estado democrático ni una política basada en la responsabilidad democrática frente a los ciudadanos. En la medida en que las funciones del Estado se diversifican, el proceso de decisión política se desarticula. La lógica de las instituciones y de la soberanía estatal cede paso a la de estructuras funcionales plurales de un mundo pluridimensional, un «tejido sin costuras identificables», con nudos comunicacionales conectados en forma cada vez más eficiente en una compleja red de interrelaciones.
La globalización no es un fenómeno nuevo, sino la continuación e intensificación de las transacciones transversales que hasta ahora habían sido consideradas dentro de la categoría de internacionalización. La historia ha conocido varias olas de globalización (Pax Romana, Pax Británica, Pax Americana, v. Kennedy 1987). En la década de los 80, cuando estaba en boga la tesis de la permeabilidad de los límites de los Estados territoriales, Hedley Bull, un representante de la escuela realista de las relaciones internacionales, recordaba que ninguna de las empresas trasnacionales tenía entonces una influencia que pudiera siquiera compararse a la que había gozado la Compañía de las Indias Orientales en el siglo XVII. En la lista de las 100 empresas líderes del mundo, publicada en la revista norteamericana Fortune Global 500, ni una sola se puede denominar global o sin patria en un sentido estricto (Ruigrok/Van Tuldwee, p. 155). Lo nuevo no es entonces tanto la intensidad como la calidad espacial y material de los procesos de internacionalización de manufacturas, servicios, capital, movimiento de personas, puestos de trabajo e informaciones, y la presión de adaptación que de ellos emana. Por otra parte, cabe recordar que pese a la globalización, la tríada formada por EEUU, Japón y Europa occidental sigue ocupando la primera posición en cuanto al comercio internacional, las inversiones privadas directas y el sistema monetario y financiero internacional, aunque en la actualidad se registra un gran crecimiento en la región del sudeste asiático.

2. Existe acuerdo en que el núcleo de la globalización es tecnológico y económico. La globalización es en primer lugar la de las finanzas, el comercio, la producción, los servicios y la información. Varios factores han influido en este proceso: la liberalización de la política comercial, la desregulación de los mercados de manufacturas y finanzas, sobre todo en EEUU y Gran Bretaña, la integración de los mercados financieros como resultado de la revolución tecnológica en el área de comunicación e informática, la apertura de los mercados de Europa del Este, los avances en la infraestructura de transportes y comunicaciones, y finalmente los avances en el proceso de integración y regionalización. Como consecuencia de todo eso, la presión de la competitividad creció en una forma espectacular, no solo en el campo económico (es decir, inversiones, puestos de trabajo, investigación y desarrollo, sistemas sociales, factores de posicionamiento), sino también en el área política y jurídica.

3. Un tercer elemento común a todas las versiones de la globalización consiste en la convicción de que cualquier intento de desacoplarse o liberarse de este proceso está condenado al fracaso.

Estamos desenvolviéndonos dentro de un nuevo Siglo XXI en donde se manifiestan grandes transformaciones en muchas disciplinas que requieren ser tomadas en cuenta a fin de enfrentar las repercusiones de la Globalización, especialmente en lo concerniente a lo económico, tecnológico,  social, cultural.
El impacto de la globalización en Venezuela es una homogeneización cultural que la estamos evidenciando con un proceso de vieja data, comenzando por la adopción del alfabeto latino por buena parte de los pueblos europeos. La globalización cultural es un fenómeno que nació con la humanidad y que se ha incrementado con creces, pero lo importante es que tomemos conciencia de que existe,
Sugerido como un retroceso conveniente y clarificador, luce necesario debatir sobre el (anti) imperialismo en los tiempos que corren.

La negación del Estado territorial y de la política nacional que hace Guéhenno, según el Fondo Monetario Internacional (FMI) "La globalización es una interdependencia económica creciente del conjunto de países del mundo, provocada por el aumento del volumen y la variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, así como de los flujos internacionales de capitales, al tiempo que la difusión acelerada de generalizada de tecnología".
En la actualidad se lleva un modelo de desarrollo alternativo de carácter humanista, y realiza profundas transformaciones de carácter estructural, en favor de los excluidos", se revisan los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), Venezuela ha cumplido con la mayoría de las metas que se propuso hace 10 años la comunidad internacional.
"Frente a la globalización neoliberal proponemos la globalización de la justicia y la equidad. Ante el saqueo y el vasallaje de países proponemos el comercio justo, en un mundo en el cual todos ganemos, a través de la cooperación solidaria.
Venezuela nuestro país ha optado por "la vía venezolana al socialismo, para crear una sociedad donde reinen la justicia, la igualdad y la solidaridad, con plena vigencia de los derechos humanos y las libertades democráticas".
Explicó que los índices de pobreza han descendido del 49% en 1998, al 24,2% a finales de 2009, mientras que los de la pobreza extrema cayeron del 29,8% en 2003, al 7,2% en 2009. El Estado venezolano ha destinado el 60% de los ingresos fiscales percibidos entre 1999 y 2009 a la inversión social.
Estas políticas han permitido eliminar el analfabetismo, garantizar el acceso al agua potable y avanzar en la universalización de la educación y la atención sanitaria.
"Las políticas del Estado se han convertido en instrumentos para apalancar el desarrollo autónomo e independiente, sin la tiranía del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional" , el balance es "desalentador" diez años después de la cumbre donde se aprobaron los ODM y el cumplimiento de estos metas está "seriamente amenazado".
"El totalitarismo del mercado impide el ejercicio de los derechos humanos y el derecho al desarrollo", consideró el embajador venezolano, para el que el sistema financiero es "una economía de casino". En mi opinión, la reducción de la inversión social ha mermado la capacidad de los Estados para garantizar los derechos económicos, sociales y culturales."Ni siquiera se escapan de los efectos perversos de la crisis capitalista los sectores más vulnerables de los países desarrollados"
Venezuela vive Socialismo, gobierno, donde todos esos atrasos apuntados anteriormente en años pasados, han sido desenmascarados y por un gobierno el cual dio la igualdad de derechos y dejar atrás el vasallaje.
Si la sociedad Venezolana es capaz de concentrarse para impulsar los cambios que el País requiere, y que el pueblo demanda, será posible rectificar los errores para alcanzar una democracia participativa, más responsable, más eficiente e integralmente comprometida con el sostenimiento, en libertad, del proceso de modernización económica del País.
Para finalizar, es necesario promover un marco de convergencia nacional, el cual debe ser tarea del nuevo gobierno. Sí ello se logra, el nuevo periodo constitucional marcará un hilo en la historia política del País, con potentosas implicaciones para todo el proceso de democratización de Ameriza Latina, por lo tanto, Venezuela aportaría de esa manera, su valiosa contribución a la búsqueda del paradigma propio de desarrollo que la región exige, dadas sus particulares condiciones y características socioeconómicas y culturales y por ende entrar en el proceso de globalización




Conclusiones.
Globalización, petróleo y política, tres variables que condicionan el devenir histórico venezolano y que se proyectan de manera fundamental la entrada del siglo XXI. Su interrelación actual posibilita desarrollar una visión distinta sobre ellas. Ni estamos viviendo en una estructura internacional permanente y simple característica de la guerra fría, ni mucho menos en el concierto de naciones heredados de la Paz de Westfalia. Tampoco nos encontramos en el marco de un sistema político sencillo donde partidos mayoritarios y el Estado controlan plenamente la vida social. En este sentido, el petróleo tiene una reindivicación diferente, en donde la internacionalización y la privatización sirven de base para un nuevo discurso y una nueva actitud de la sociedad venezolana en relación al petróleo, tanto frente a si misma como ante el resto del mundo.
En la década de los noventa, ese discurso petrolero está dominado por PDVSA, por los técnicos y no por los políticos, y en ese sentido, está dominado por la razón tecnológica y no por la razón política. Esto da como resultado una carencia de un debate útil y necesario sobre como se interrelacionan esas variables y porqué; que papel juegan los nuevos temas de la agenda internacional, tanto como el tema ecológico y las innovaciones tecnológicas, cómo esto se proyecta en la cultura política y en la manera de insertarse el país en el mundo y como se vincula el Estado con la sociedad y en que forma esa manera es distinta o no a otros países que no son petroleros.
Se trata entonces de proponer este debate. Las ideas presentadas en este ensayo no son sino un modesto e imperfecto aporte al mismo.




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